DOCTYPE html PUBLIC "-//W3C//DTD XHTML 1.0 Transitional//EN" "http://www.w3.org/TR/xhtml1/DTD/xhtml1-transitional.dtd"> EscritoS: abril 2007



Una Oración Por Mi

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Julián tuvo una infancia normal, asistió a una escuela particular y sus padres vivían juntos a pesar de tener algunos problemas, nunca tan fuertes como para que el corazón de Julián guardará algún rencor en esos años de infancia.

A los 8 años le costaba mucho poder leer sin pausar constantemente, tenía un leve problema que hacia de Julián un niño con problemas de tartamudez, no era siempre, solamente se le acentuaba cuando se ponía nervioso, cuando tenía que leer algo frente a sus compañeros de colegio, cuando estaba frente a su maestra o a veces cuando sus padres discutían.

Julián cumplió 13 años, siempre le costaba mucho trabajo el poder hacer amigos, su timidez se acentuaba con su problema al hablar, y a eso se le sumaba la burla de sus compañeros de colegio y más aún de sus familiares, quienes le hacían una burla constante cuando tardaba más de lo normal para decir alguna frase.

Casi nunca asistía a actividades fuera de casa o del colegio, pasaba las tardes encerrado en su recámara escuchando música, o pegado al monitor de su computadora con algún videojuego en el que podía pasar horas enteras sin despegar la vista ni por un segundo, concentrando toda su atención de esas luces de colores y sonidos repetitivos del videojuego, la fantasía adolescente lo hacia sentirse el protagonista del juego, un hombre fuerte, de aspecto atractivo, hábil para desafiar al enemigo y vencerlo, con nuevas "vidas" en cada nueva "misión", Julián veía reflejado en un dibujo de computadora lo que no podía ver en el espejo de su recámara que diariamente lo saludaba con una mirada de vacío y soledad.

A los 17 era un completo solitario, no había día en el que no se quejara de su problema al hablar, se miraba en ese espejo tratando de darse ánimo a si mismo, pero al ver lo flaco que era y su cara con algunos granos normales de esa edad, solamente sentía ganas de morir, llevaba dos años enamorado de una chica que estaba en el mismo salón de clase, pero nunca se atrevía a hablarle por el temor al rechazo, en silencio y a escondidas le escribía cartas que sabía que ella nunca iba a leer, le dedicaba canciones que solamente él escuchaba y vivía lastimando su interior.

Ocasionalmente asistía a una iglesia cristiana que estaba cerca de su casa, era su única "vida social", y más que un gusto propio, iba acompañando a su mamá quien había encontrado en ese lugar un soporte a los problemas que tenía en casa. Pero aun ahí Julián no hablaba con nadie, y como es normal nadie de la iglesia se interesaba en él, no parecía tener algo especial como para acercarse a saludarlo a no ser el obligado "Dios te bendiga" acompañado de una forzada sonrisa de aquellos que están en la puerta de la iglesia recibiendo a la gente.

Julián seguía una vida sin vida, su único amigo era el héroe de la computadora, su única vida era encerrarse a escuchar música toda la tarde, sus únicos sueños, no haber sido como era sino como aquellos que todos queremos ser alguna vez, rodeados de gente, de aspecto agradable, siempre felices: pero Julián simplemente se dejaba caer en su propia amargura, de entre el ruido de la música de su encierro, lagrimas reprimidas salían del fondo de su alma, parecía que ya no podía más.

Ese sábado fue el que marcó la diferencia. La mamá de Julián entre regaños amables trataba de animarlo para que fuera a la iglesia, estaría en concierto ese grupo del cual semanas antes le había regalado el disco compacto, mismo que Julián ni siquiera intentó escuchar.

Llegaron a la iglesia y con un retrazo de más de una hora por fin comenzó el concierto, entre luces de colores sin intención, los acordes de la música llamaron la atención de Julián, el vocalista era un joven de aspecto nada fuera de lo normal, no tenía estampa de artista de esos que salen en la tele, pero trataba de manejarse como tal. Poco a poco, canción a canción Julián dejó su mundo interior para entrar al mundo real, hubo una canción que llegó muy profundo a su corazón, hablaba de la soledad, de el vacío que tenemos y que solamente Jesucristo puede llenar.
Julián sintió algo especial en ese momento, una especie de nerviosismo estomacal y parte de una alegría que no conocía ni había experimentado. El concierto llegó a su fin y el vocalista invitó al público a tener un encuentro personal con Jesucristo. Julián quería hacerlo, pero no se quería conformar solamente con pasar al frente con toda la muchedumbre, quería esperarse para acercarse al vocalista y platicar con él, por primera vez había sentido que alguien podía entender lo que estaba en su interior.


La gente empezó a salir de la iglesia, los asientos estaban casi vacíos y Julián seguía esperando a que el vocalista estuviera sin tanta gente alrededor para que le prestara un poco de atención, algunos le tomaban fotos, otros le pedían autógrafos en las Biblias, y Julián esperaba. Casi media hora y el artista no dejaba de bromear con su publico, de recibir flashazos o coquetear levemente con las chicas que se le acercaban, por fin se decidió a acercarse, estaba frente a él, dos veces había estirado tímidamente la mano, pero siempre había alguien más que se le adelantaba a felicitar al vocalista. Julián estaba convencido de que iba a ser imposible hablar con él, pero al menos quería saludarlo para agradecer su mensaje. Con muestra de decisión que no le era común se le puso totalmente enfrente y le estiró la mano diciéndole que agradecía su mensaje, el cantante con esa sonrisa que parecía petrificada pero bien ensayada, solamente le dijo "Ah si, gracias, afuera esta mi nuevo disco" mientras con la otra mano saludaba de lejos a algún otro conocido. Julián sintió que no le estaba poniendo la atención que el le puso mientras cantaba y con cara seria y vacía solamente le dijo: "¿Podrías hacer una oración por mi esta noche?".
El artista sin prestarle la atención necesaria simplemente dijo que si, mecánicamente, le dio una palmadita en el hombro y se volteó a saludar a otras personas que ya conocía.


Julián regresó a casa solo, eran casi las doce de la noche y seguía en su recámara, sin música, sentado frente al espejo sin expresión alguna y repasando en su mente lo que había escuchado y visto.

Se sentía triste, más que nunca. Tomó una hoja de papel y escribió ahí una frase que dejó pegada en el espejo. Apagó la luz de su recámara y encendió la música.
Al día siguiente la policía sin más problemas reconoció que había sido un suicido, simplemente uno más.


Encontraron a Julián tirado en su cama boca abajo, muerto. La música seguía tocando y en el espejo una nota que decía: "¿Podrías hacer una oración por mi esta noche?"

Paco Palafox


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